La tempestad de William Shakespeare
Buenas tardes gente de letras y literatura, esperando a que todos ustedes se encuentren muy bien este día de semana junto a sus familias, les comparto una reseña de interesante información literaria. La obra la tempestad de William Shakespeare.
La tempestad de William Shakespeare es una obra con desarrollos de tragicomedia escrita alrededor de 1611, en la que se nos manifiesta la forma de comprender los benéficos efectos entre la unión de la sabiduría y el poder, pero aún también los efectos que puede producir el amor, los desamores y las relaciones de poder y sus adquisiciones mediante hechos imperantes. Los teóricos afirman que la tempestad es la última obra del autor y por contraste la despedida de este de los escenarios del arte.
La tempestad es una obra muy grande en cuestiones del arte literario, ya que intenta alcanzar la prueba férrea de que la palabra y la sabiduría del ser humano, son inéditos poderes con los que este se puede beneficiar o perjudicar a alguien por sobre el resto. La tempestad nos cuenta la historia de próspero, un duque de Milán expulsado de su reino por su propio hermano y condenado al exilio en una distante y lejana isla, en la que intenta usar sus repentinos poderes mágicos para poder confundir al usurpador de su ducado y crear una relación de amor entre su propia hija y el hijo del rey de Nápoles.
En la obra de William Shakespeare hay un sin fin de personajes de tan incalculable importancia, como son por ejemplo, Ceres, Juno e Iris que son representaciones de espíritus, pero donde son dos los protagonistas que se llevan el papel idóneo, de cuyos cuales son, Ariel y Caliban, estas dos figuras son representaciones de fundamental valor, ya que son metáfora comprensibles, para darle una explicación histórica-cultural al escenario del nuevo mundo.
La representación de Ariel en la historia no tiene nada más que para cuestiones literarias dentro de la misma historia, ya que su imagen es la de un espíritu de aire, pero también la de un esclavo de Próspero, ya que es el que hace todo lo que este le ordena y solo para ganarse la libertad que tanto quiere y así se deja ver.
Ariel no solo se representa como un espíritu del aire, sino también como el esclavo de Próspero, dónde este hace todo lo que su amo quiere, así se deja ver, cuando Ariel le dice a Próspero: "Viva para siempre, gran amo, viva gran señor, vengo a atender al menor de sus deseos. Si hay que volar, nadar, hundirse en el fuego, cabalgar sobre las rizadas nubes, disponga de Ariel y de toda su influencia" (21). Podemos ver en esta escena la completa disposición que Ariel es capaz de ofrecerle a Próspero, pero para ¿Qué? Para que Ariel pueda así obtener su libertad, una libertad que solo le dará Próspero, esto se puede ver en la siguiente escena, cuando Próspero parece tener un altercado con Ariel, cuando dice: "¿Qué es lo que demandas? Mi liberación ¿Antes del tiempo establecido? Le ruego que recuerde que le he prestado valiosos servicios ¿Ya olvidaste de que tortura te libre? No señor. Si mentiroso, ser malvado" (23). Podemos ver en esta escena a un Próspero dominante, que al a ver liberado a Ariel anteriormente, mantiene así como preso y esclavo a Ariel, ya que se ha convertido en un acto forzada de engaño y manipulación que Próspero hace con él. Esta escena nos recuerda también al momento más cruel y bárbaro que los indígenas tuvieron que pasar cuando los españoles comenzaron a conquistar los pueblos y al continente. Podemos reflejar el caos, el desorden y la locura como la unión casi perfecta que tiene con la armonización del mundo.
La función y los contrastes que una y otra vez se superponen no pareciera tener fin, en un escenario en donde las diferencias, que unos y otros puedan tener, no se hace mucho en esperar, donde una sociedad comienza a nacer, en la que no existen leyes, clases sociales, en el cual todos los estamentos tradicionales que alguna vez se conocían, ya no rigen, desde ese punto se visibiliza los primeros contrapuntos, porque de cierta manera, se ve una sociedad que no encuentra muchas y grandes diferencias, aunque si existen y se pueden ver en la obra.
Centrarnos en la figura prototípica y metáforica de Caliban, es esencial para comprender cuestiones de índole cultural y social, ya que nos permite ver con minuciosidad cómo la imagen de este ser funciona y se comporta en ciertos espacios, momentos y tiempos en los que se envuelve. En la historia Caliban es un ser con características no muy agraciadas, porque se representa como un personaje deforme, como todo un salvaje y una criatura esclava. Caliban es la contraparte de la imagen de Ariel, ya que no es un espíritu, aborrece, detesta y desobedece a su amo Próspero, y esto se puede ver en la siguiente conversación que Caliban mantiene con Próspero, cuando le dice:
"Esta isla es mía por Sycorax, mi madre, y tú me la has robado. Cuando viniste por primera vez me agasajaste y me pervertiste. Me enseñaste el nombre de la gran luz que ilumina el día y la noche y entonces te ame y te hice conocer todas las propiedades de la isla. Maldito sea por haber actuado así, que todos los hechizos de Sycorax caigan sobre ti" (26).
Es imposible no mencionar y relacionar esta escena con el proceso de conquista y colonización de los españoles en tierras americanas y la barbarie cometida con los indígenas de estas tierras, ya que se nos presenta a un Próspero sabio, estudiado de las ciencias y un allegado a una isla que no es suya y que le da refugio, que educa a Caliban, un salvaje que no había tenido educación y que es engañado con esto para que poco a poco este perdiera credibilidad en su zona y en base a esto su enojo y furia creciera más con su amo, dónde la traición y la desobediencia no se hacen esperar, un Caliban que busca recuperar lo suyo, busca liberarse de las ataduras feroces que Próspero le ha impuesto. Caliban es la figura viviente del esclavo que por contraste trata de buscar su libertad o autonomía a través de la desobediencia y la ira, traicionar al amo que le ha enseñado y lo ha educado, solo para aprovecharse de eso y tomar dominio a bases de engaño de un espacio que no le pertenece. La figura de Próspero se contempla esencialmente en su contexto natural.
Autor de la reseña: Jorge Estay
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