Ariel de José Enrique Rodó
Buenas noches gente de letras y literatura, esperando a que todos ustedes se encuentren muy bien este día de semana junto a sus familias, les comparto una reseña de incalculable significado para las letras y el modernismo hispanoamericana. El ensayo de Ariel por el autor uruguayo José Enrique Rodó.
Ariel es un ensayo de no tan larga y ni tan corta duración, escrito por el uruguayo José Enrique Rodó, en el cual su escrito tiene el tono político, reflexivo, periodístico y didáctico, pero sobre todo pedagógico al caracterizarse con la cualidad filosófica y su intención de enseñar como un profesor. El ensayo mismo empieza, con un tono de muy bajo perfil en su intención, al decir: "aquella tarde, el viejo y venerado maestro, a quien solían llamar Próspero..." (2). Tiene un bajo perfil, porque al principio suena obvio que estuviéramos leyendo algo sin ninguna importancia en su contenido, pero que es innegable no mencionar la conexión con la obra de la tempestad de William Shakespeare, ya que Próspero es uno de sus protagonistas y desde ahí empezará toda su reflexión social, filosófica y cultural, en la que apuntará principalmente a la juventud de América.
Como ya lo habíamos mencionado en otra ocasión, la figura de Próspero es característica y fundamental en la trama de la tempestad de William Shakespeare, porque su sola presencia manifiesta al sabio, al estudioso, al guardián de las tradiciones y el intermediario entre lo desvirtuado y la virtud, entre el caos y la calma , pero la metáfora de Próspero, se pierde y se sucumbe en un caos y complejas paranoicas. Rodó desde este momento se presentará en su ensayo como el maestro que intenta hablarle y comunicarse con la juventud de América y alentar el trabajo de esta, dónde lo estadounidenses se presenta como la encarnación de Caliban y por contraste la denuncia que le permite al autor hacer por el peligro que podría traer el conformismo y su masificación, por esto se ve un peligro en la democracia al comunicar una moral aristocrática y de solo minorías. José Enrique Rodó desde su ensayo comprende por entonces, que el valor supremo que en si se debe tener, es que el individuo debe.
El eje que mueve en si este valor de contraste que se tiene frente a Estados Unidos y al peligro de la democracia de América, es la promulgación de la moral aristocrática y de sus minorías y al hecho de que el individuo debe de integrarse con su naturaleza tras saltar o esquivar lo que se podría llegar a suponer serian los embates que tiene la democracia, es que frente a esto Rodó es muy crítico y enfático al mencionar y recaer sus palabras contra la masa inculta, esto se puede ver en la siguiente cita, cuando el autor dice: "la multitud, la masa anónima no son nada por si mismas . La multitud será instrumento de barbarie o de civilización según este o no afectada por una elevada dirección moral". Con estas palabras nos podríamos sentir desconcertado que tremenda manifestación haya sido dicha, pero frente a esto el autor se opondrá más adelante enfáticamente a la aristocracia de casta o de clase y se podrá hablar que la democracia es una herramienta educadora para las masas que son incultas.
Los miedos que el autor tienen en su ensayo se comprenden como el utilitarismo norteamericano va creciendo y a medida de eso, como se nos impone en suma el modelo de civilización de aquel país y donde esté último punto servirá en el ensayo como la esencia positiva que le servirá a la causa de Ariel. Por eso Rodó afirma la participación del individuo en los procesos universales y la existencia que este tiene en su propio entorno y tiempo.
Autor de la reseña: Jorge Estay
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